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Friday, February 22, 2008

Enron V: La crisis de la vivienda. Parte III

Nota: En nuestro previo artículo, Parte II, cuando nos referimos al Acta de Reinversión de la Comunidad (CRA), atribuimos incorrectamente el año de su aprobación por el Congreso a 1976. Fue en realidad 1977. No que la diferencia tenga importancia, pero usted debe saberlo.

Nos referimos en esa ocasión al período en que se hizo necesario que el Congreso interviniera en la situación y se asegurara que el crédito estaba disponible para todos con el nombre de “época de las vacas flacas.” Y los bancos se dieron cuenta que, para poder responder y proveer los servicios requeridos por la nueva ley, tenían que bregar con un nuevo escenario al que no estaban muy aficionados o familiarizados, así que llevó algún tiempo para que el nuevo motor comenzara a andar emocional o técnicamente. En realidad, sin embargo, los bancos se beneficiaron con las nuevas reglas. Había verdaderamente una demanda insaciable de fondos y, mas importante todavía, gentes que se merecían tener esa demanda satisfecha. Pero algo mas estaba ocurriendo al mismo tiempo en el mundo bancario de entonces: incremento en la tecnología.

Al mismo tiempo que surgió la necesidad de expandir sus servicios, los bancos estaban recibiendo la creciente presencia de máquinas automáticas de efectivo y conexiones en línea electrónica que les permitía conducir sus negocios donde sus clientes querían cuando lo quisieran. Y los requerimientos de mayor tamaño para implementar la estrategia de cumplimiento de la ley del CRA significaba la presencia también de bancos mas grandes que tuvieran la habilidad de capitalizar sus requerimientos de depósitos de cualquier fuente inversionista sin importar donde estaba localizada esa fuente. Los aseguramientos de productos de crédito bancario comenzaron a hacerse disponibles a medida que el mundo bancario se movía hacia los años mil novecientos ochenta.

Las instituciones bancarias que no podían invertir agresivamente se cayeron a un lado y la manía de consolidación se apoderó de la industria. El pez grande se comio al chico. ¿Recuerda usted la ultima vez que vio un símbolo de Banco New England, Banco de Boston, Baybank o Banco Shawmut? ¿Recuerda usted que tales nombres existían? La conexión entre los prestamistas y los inversionistas se hizo mas confusa. La gente fue a su banco local para pedir prestado, pero los depósitos que se necesitaban para satisfacer esa necesidad no venían de sus propias comunidades y vecinos como ocurría en el pasado sino de lugares mas lejanos, primero otras oficinas de la misma institución y mas tarde de otras fuentes de fondos que incluían a Wall Street y el mercado internacional.

Yo fui testigo de una situación similar con el negocio de préstamos de automóviles al fin de los años ochenta y que se llamaba Aseguramiento. Los vendedores de automóviles en toda la nación se asociaron con sus instituciones bancarias a larga escala. Simplemente explicado, usted iba a un negociante de autos para comprar su carro preferido a crédito, el vendedor procesaba los papeles y su banco le suministraba los fondos necesitados para la compra, usted firmaba la nota y salía del salón con su nuevo carro. El banco, por otra parte, acumulaba un número suficiente de esas notas y emitía bonos garantizados por ellas. Bancos, corporaciones e individuos en los Estados Unidos o incluso el extranjero compraban esas seguridades que se repagaban a una tasa específica de interés mientras los préstamos se reducían.

Agencias privadas de clasificación de bonos garantizaban la solidez de esas seguridades que en la práctica eran iguales a otras emisiones de acciones o bonos públicos del mercado, inclusive el respeto a las reglas de la Securities and Exchange Commission (SEC.) El lado negativo de esas seguridades era que la delincuencia de los prestamistas de automóviles resultaba en pérdidas enormes para los bancos que emitían esas seguridades y, para mi disgusto, fui testigo de esas pérdidas en mi propia institución bancaria. Y una de las razones de la debacle fue la disponibilidad de crédito fácil, yo debía llamarlo crédito irresponsable, por parte de ambos prestatarios y prestamistas. No es fácil hacer pagos de préstamos sobre un auto de lujo cuando la única fuente de ingreso que se tiene es un salario por hora en una tienda de alimento rápido o cuando el carro que se compró es un limón que es fácil abandonar.

Estoy convencido que no es difícil visualizar la naturaleza similar entre pedir prestado y prestar para asegurar préstamos de autos y hacer lo mismo para la hipotecas sobre la vivienda. Desafortunadamente la diferencia básica es mas dramática. Cuando uno es dueño de un auto que no se puede pagar uno puede prestar o alquilar otro si lo pierde. Si su hogar es la pérdida, bueno, usted puede ver el cuadro claramente. Y el reguero que se ha formado en la vivienda ahora requiere que completemos nuestra misión en nuestro próximo articulo Parte IV. Nos vemos entonces.

Y ese es mi punto de vista hoy.

Nota: Al cierre de este artículo, el FBI anunció que está comenzando una investigación de
los
participantes en las hipotecas de segunda calidad que están dando fuerza a la debacle
de los
bienes de raíces de hoy día.

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