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Wednesday, July 9, 2008

A mí en realidad no me importa nadie

Un Punto de Vista
A mí en realidad no me importa nadie
Por Paul V. Montesino, PhD, MBA

Ya ustedes me conocen bastante bien. Me gusta hacer confesiones de vez en cuando. Es bueno para el alma como la sopa lo es para el cuerpo. Yo he llegado a la conclusión de que en realidad a mi no me importa nadie. Sí, es cierto, en realidad no me importa. Permítame presentar las pruebas. Por ejemplo, a mi no me interesa el color de su piel. Sea usted de piel blanca, carmelita o negra, eso no me importa un bledo. No pierdo sueño por eso. Y tampoco me interesa si usted es pobre o tiene mucho dinero. Desde luego, le deseo riquezas, pero cuando lo conozco no me interesa cuanta tiene.

Y consideremos también el asunto de su genero u orientación sexual. No me importa si es usted hombre o mujer; gay o no. Ese no es parte de mi negocio. Lo que usted sea lo es. “Yo soy lo que soy,” fue una frase hecha famosa por Popeye el marino. Y cuando se trata de religión, lo que usted quiera creer es también aceptable para mi y no me puede importar menos. Yo no estoy fabricando o apoyando ningún dogma para salvar su alma. Salvar la mía es suficiente trabajo. Nosotros desperdiciamos mucho tiempo preocupándonos, discutiendo y matándonos sobre versiones divinas que ni conocemos ni hemos visto con nuestros propios ojos y que al fin y al tanto no dependen de nosotros para existir en cualquier versión que nos guste o disguste. ¿Puede decirme por qué cuando vemos a una persona practicar una religión que no es la nuestra de repente esa persona se nos hace mas fea?

Tampoco me interesa su lugar de nacimiento. ¿Nació en los cincuenta estados? Perfecto. ¿Nació en otro sitio? No me molesto. Es decir, que my criterio sobre su calidad como ser humano no reside en el pasaporte que usted lleva en su bolsillo o el idioma que aprendió mientras crecía. Usted no escogió su idioma de la misma manera que tampoco escogió a sus padres o al lugar donde iba a nacer, así que ¿para que preocuparse? Hay mas de seis mil millones de habitantes en este planeta y existen muchas diferencias entre esos miles de millones, así que ¿para que molestarme por lo que usted es? Y ahora que pienso en eso, me doy cuenta que muchos de los problemas que confronta la humanidad provienen de gentes que dicen “preocuparse realmente” sobre usted y yo. Siempre están tratando de cambiarnos, criticándonos o modificar nuestro punto de vista y corregirlo. Es como si fueran responsables de hacer de usted una persona completa basado en los principios de ellos y no de los suyos.

Así que como ve, cuando digo que no me importa lo que usted escoge no quiero decir que esas cosas escogidas son negativas o que usted no sabe como escoger. Lo que quiero decir es que lo que usted escoge tiene relevancia nada mas que para usted y yo no tengo derecho alguno a condenarlo por ello de igual manera que usted tampoco tiene el derecho de juzgarme y condenarme a mi por lo que yo escojo. Aproximadamente hace dos mil años alguien preguntó a una multitud airada si había entre ellos alguien que se consideraba libre de pecado como para tirar la primera piedra. Eso quiere decir que ni usted ni yo tenemos el derecho de imponérselos al hombre o la mujer que viven en la casa de al lado.

Me doy cuenta que escoger ciertas cosas en nuestras vidas puede tener un efecto estético que otros encuentran agravante. La belleza, como se dice, está en los ojos de quien la contempla. Y también lo es la falta de belleza. Y no desconozco que hay ciertos principios que la sociedad ha establecido para el bien de todos. Estoy seguro que usted y la ley del país donde vive saben de muchas cosas que no podemos hacer sin interferir con el derecho de nuestros vecinos de vivir en paz. Pero desafortunadamente tomamos ciertas decisiones de manera ofensiva en la que eventualmente dañamos a aquellos con los que no estamos de acuerdo.

Y para cerrar mi tesis, lean: “Ad hominem” es una práctica dialéctica en la que nuestra forma de argumentar se basa en ofender o calumniar a la persona con la que discutimos y no a las ideas que ellos articulan. Y no hay práctica alguna mas representativa de esa falacia que las campañas electorales políticas en las que decidimos el futuro de nuestra nación. Si quiere un ejemplo vaya a la tele y enciéndala.

Al llegar al final de este corto artículo me doy cuenta que no importarme nadie en realidad significa que me importan todos y que no tengo animosidad o prejuicio contra otros. Me preocupa nuestra dignidad como miembros de la raza humana y respeto cualquier posición en la que usted se encuentre en este momento de la breve caminata que hacemos sobre la superficie de este planeta. Somos muchos y tenemos que ser muy cuidadosos cuando caminamos para que no nos pisemos los dedos los unos a los otros o para que no destruyamos las semillas que eventualmente puedan crecer para convertirse en flores y árboles de mutuo respeto y entendimiento que nos de fragancia y protección.

Y ese es mi punto de vista hoy.

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